se iba antes de haber llegado
era promesa silenciosa por las noches
olía a libro viejo y a madera
era un abismo a veces
otras la gloria, una jaqueca, un desarmarse
se confundía con las otras en la fila de los mercados
hasta volverse húmeda hilacha larga en los rincones
se silenciaba en acontecimientos multitudinarios
la confundía el olor de los otros invadiéndola
pegándosele al abrigo a las mejillas
tanto murmullo lejano ante los ojos
tanta inútil inocencia bajo el vestido
en ese mundo definitivo, atroz.